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DaneFals97♥
Me llamo Daneska Fals, vivo en venezuela, valencia, tengo 13 años, signo leo, cumplo en 8 de el 8 (agosto) soy muy loca y rara segun mis amigos (ojo no soy anti-social sino lo contrario) pues yo prefiero leer a ver tv, dormir en ves de salir y cosas así que no van dentro de lo comun! XD.. adoro pasar tiempo con mis amigos y familiares. estar en la compu, leer y escribir, me fascina sobremanera cuando me llega una rafaga de inspiracion (mucha de ella basada en Edward o Jake XD..) gracias por visitarme y estar un rato en mi loka compañia! =)
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miércoles, 6 de octubre de 2010

Los Reyes Cullen

 Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a Stephanie Meyer y la historia es de Dayan Hale.
 



Capítulo 15.

La noche cayó con rapidez ese día. Después de la cena Alice y Jasper se habían retirado y esta vez, la pequeña princesa fue a la habitación de su prometido. Al llegar Jasper la besó dulcemente y ambos se quedaron acostados en la cama profundamente dormidos, el uno en brazos del otro.

Edward fue al jardín con su padre y se quedaron platicando un buen rato antes de que ambos subieran a sus habitaciones.

Emmett estaba en su habitación y vaya sorpresa que se llevó cuando la puerta del servicio se abrió y Rosalie entró por ella.

- ¿Cómo lo hiciste?

- ¿Hacer qué? – preguntó Rosalie

- Entrar por ahí – respondió Emmett.

- Ah…fácil, acabo de ir a la habitación de tu hermano y ya dejé la botella de vino junto a su cama – respondió Rosalie.

- Perfecto – Emmett sonrió y besó a Rosalie pasionalmente.

Bella entró a la habitación del príncipe Jasper, para ver si necesitaba algo, pero se dio cuenta de que no necesitaría nada. Bella sonrió abiertamente, Alice estaba dormida sobre el pecho de Jasper y él la tenía abrazada, ambos dormidos profundamente. Cerró la puerta silenciosamente y fue a la habitación de Emmett.

Ahí vio como el príncipe estaba sobre Rosalie mientras se besaban y comenzaban a desvestirse el uno al otro. Bella sintió un nudo en la garganta y cerró la puerta sin hacer ruido.

Finalmente fue a la habitación del príncipe Edward. Él estaba sentado en la cama, con una botella de vino en las manos. A Bella la recorrió un escalofrío de terror, esa botella sólo podía ser la que contenía el veneno. Suspiró y se armó de valor, ella ya sabía lo que haría para evitar que Edward bebiera de esa botella.

Mientras tanto, Carlisle entró a su habitación y miró a su esposa, Esme estaba mirando por la ventana con gesto ausente. Durante esos días, Carlisle se había distanciado de ella y le hablaba muy poco, era obvio que seguí enojado con ella y Esme odiaba discutir con su marido.

- Buenas noches Esme – deseó el rey a su esposa mientras caminaba hacia el vestidor.

- Carlisle, espera – ella lo tomó del brazo – quiero hablar contigo. Tienes toda la razón con respecto a Emmett y a Alice, fui una estúpida.

- Esme, lo que quiero que entiendas es que Alice y Emmett son tus hijos al igual que Edward – Carlisle tomó a su esposa del cuello – los tres fueron concebidos por el amor que sentimos el uno al otro, los tres crecieron en ti, acunados bajo tu corazón, los tres son sangre de nuestra sangre.

- Lo sé – admitió Esme – y es horrible que lo comprenda hasta ahora – la reina comenzó a llorar y Carlisle la abrazó.

- Aún no es tarde mi amor, aún puedes demostrarles a Alice y a Emmett que los amas – Carlisle besó a su mujer en el cabello – me alegra que tú como Edward hayan abierto los ojos, pero según Edward, Emmett está demasiado sentido y pues tendremos que hacer un gran esfuerzo por hablar con él.

- Lo que sea, no importa, lo más importante es que nuestra familia se mantenga unida – Esme dijo.

Carlisle besó a su esposa y se alegró de que hubiera recapacitado. Ahora rezaba porque su hijo menor no hiciera nada de lo que después pudiera arrepentirse.

Cuando Edward entró a su habitación vio que había una botella de vino junto a su jarra con agua y la tomó. Traía una pequeña nota colgada.

Para el mejor príncipe del mundo. Rosalie

Edward sonrió completamente enamorado. Tal vez bebiera unos tragos antes de irse a la cama. Cuando estaba a punto de abrir la botella, Bella entró a su habitación.

- Buenas noches Edward – lo saludó la chica.

- Buenas noches Bella – la saludó de regreso el príncipe.

- Edward, no bebas eso, por favor – pidió Bella sin poder contenerse.

- ¿por qué no Bella? – preguntó Edward sin comprender a la muchacha.

- Porque…porque es demasiado tarde – respondió Bella tontamente.

Edward rió e ignoró a la chica y comenzó a quitarle el corcho a la botella. Bella no pudo evitar el impulso de quitarle la botella. Esto tomó a Edward desprevenido y lo asombró por completo.

- Bella…

Pero Bella no iba a permitir que el príncipe bebiera de esa botella, no importaba lo que tuviera que hacer para evitarlo. Así que Bella se armó de valor, le quitó la botella de sus manos y antes de que él príncipe pudiera reaccionar, se sentó a horcajadas sobre él y lo besó.

Edward se asombró aún más que la propia Bella ante la reacción de la chica. El príncipe intentó quitarse a Bella de encima, pero por algún motivo no pudo hacerlo, al contrario la acercó aún más a él y la besó apasionadamente.

Bella sabía que la única manera de evitar que el príncipe bebiera sería entregándose nuevamente a él así que fue recostando a Edward en la cama mientras desabrochaba su camisa. Bella jamás se imaginó que acabaría seduciendo a un príncipe, pero se recordaba a sí misma que lo hacía para protegerlo.

El príncipe por su lado, no podía dejar de acariciar a Bella, sus labios removían tiernos e inexpertos contra los suyos y la fragancia que de ella emanaba estaba embriagándolo. Cuando Bella se posó sobre él y comenzó a desabrochar su camisa, Edward deshizo las lazadas de su vestido y recorrió con las yemas de sus dedos la espalda de Bella.

Bella sintió como el príncipe la iba despojando de su vestido sin dejar de besarla en ningún momento. Cuando su vestido ya no cubría su cuerpo, Edward acostó a Bella en la cama invirtiendo los papeles. En algún momento, Bella había tirado la botella de vino al suelo, pero ya ninguno de los dos recordaba la botella.

Ambos estaban más interesados en la pasión y el deseo que había surgido entre ellos. Cuando Edward fundió ambos cuerpos en uno solo, él sintió como Bella lo abrazaba y arañaba su espalda mientras ahogaba sus gritos en el hombro de él. Edward seguía besando el cuello de Bella y subió hasta sus labios.

Ya en la madrugada, ambos estaban abrazados estrechamente con las piernas entrelazadas. Edward dormía plácidamente con la cabeza apoyada justo en el corazón de Bella. Mientras que ella estaba inmóvil pues el príncipe la tenía firmemente abrazada, ella no dormía, ella seguía despierta, acariciando los cabellos de Edward y derramando unas cuantas lágrimas.

- Te amo Edward – suspiró Bella suavemente y besó los labios del príncipe una vez más antes de caer en un sueño profundo.

A la mañana siguiente Edward se despertó y lo primero que olió fue la dulce fragancia a fresas. Al abrir los ojos vio a Bella profundamente dormida sobre su pecho, un sentimiento completamente nuevo lo embargó. Acarició los suaves cabellos de Bella y los apartó de su cara, su piel era suave, tersa, cremosa…Se quedó mirándola sin poder evitarlo, la belleza de Bella era completamente natural.

Edward quería moverse, pero las piernas de ella estaban entrelazadas con las suyas. Lenta y suavemente se deshizo del abrazo de ella y salió de la cama, sintiéndose completamente vacío. Bella suspiró en sueños y se acurrucó aún más en la cama.

Edward comenzó a vestirse silenciosamente, no quería despertarla, por algún motivo, no quería enfrentarse a la verdad. La verdad de que había compartido su cama con Bella en dos ocasiones. Y por más que intentaba convencerse a sí mismo de que ambas ocasiones habían sido un error, no podía negar que en ningún momento de su vida se había sentido tan vivo, tan exultante, tan feliz.

- Edward… - el príncipe volteó la cabeza rápidamente hacia Bella, pero suspiró aliviado al ver que la muchacha seguía dormida

Un momento ¿Bella había susurrado su nombre en sueños? Salió de su habitación antes de que ella se despertara en verdad.

Alice se despertó completamente adolorida, eso de dormir con los vestidos, los corsés y las lazadas no era bueno pero al mirar al príncipe que la tenía entre sus brazos, hacía que el dolor mereciera la pena.

Jasper seguía dormido, así que Alice se deshizo delicadamente de su abrazo y antes de levantarse de la cama, besó tiernamente los labios de Jasper.

- Te amo – susurró y salió de la habitación de Jasper.

Llegó a su habitación y sus sirvientas pronto le ayudaron a quitarse el vestido sin preguntarle nada, se quedó acostada en la cama con una sonrisa en los labios. En ese momento tocaron la puerta y Alice se sobresaltó.

- Alice, hija soy yo - ¿su mamá? ¿qué hacía su mamá ahí?

Alice se metió rápidamente a la cama e intentó deshacerla lo más posible. Se despeinó un poco y contestó.

- Pasa mamá.

Esme entró a la habitación de su hija temerosa por la reacción de ella. Pero debía de ser fuerte y tenía que hablar con ella.

- Buenos días hija

- Buenos días madre – respondió Alice

- ¿Pasaste una buena noche, mi amor?

¿oyó bien? ¿realmente le dijo mi amor? O definitivamente el amor de Jasper estaba volviéndola loca.

- Sí madre, ¿qué tal tú? – preguntó Alice cautelosa.

- Pues bien, sólo que…hija no sé como decirte esto…no sé como pedirte perdón por haberte alejado de mi lado…no sé como poder recompensarte – los ojos de la reina se llenaron de lágrimas.

Bueno, esto era de verdad una sorpresa ¿qué pasaba con el mundo últimamente? Edward y su madre estaban disculpándose por haberla dejado a un lado, Jasper le confesaba que la amaba…¿qué pasaba?

- Madre yo…yo no sé que decirte – respondió sinceramente Alice.

- Dime por favor que me perdonas – pidió Esme

Alice miró los ojos grises de su madre, estaban llenos de lágrimas y de dolor. No importaba que el mundo se hubiera vuelto loco, mejor aún. En este mundo loco todo era como ella lo deseaba, Jasper la amaba y su madre y su hermano la querían.

Se lanzó a los brazos de su madre y ella la acunó contra su corazón mientras besaba su frente y la arrullaba.

- Mi niña, mi hija preciosa

Emmett estaba en el campo de entrenamiento practicando con el arco, esa mañana estaba de un humor excelente.

- Buenos días – saludó su padre y Emmett volteó.

- Buenos días padre.

- ¿qué te parece si te reto a un duelo de espadas?

- Excelente.

Emmett le dio el arco y las flechas a uno de sus criados y otro de ellos le llevó su espada. Pronto Carlisle y Emmett se vieron envueltos en una feroz batalla. Tras una lucha desgastante, ambos fueron a sentarse en una de las bancas del jardín.

- Hijo hay un asunto del que me gustaría hablarte – inició Carlisle.

- Dime – Emmett tenía la mirada perdida en el horizonte.

- Emmett, el otro día hablé con tu hermano – Emmett hizo una mueca – sé que estás enojado con Edward, hijo y te entiendo. Sé como te sientes, pero quiero que sepas que tu hermano está verdaderamente arrepentido, al igual que tu madre.

- ¿Ah sí?

- Sí Emmett, los dos cometieron un error hijo, como lo hemos hecho todos, y ambos desean corregirlo. – Carlisle le dijo a su hijo – Eres un buen muchacho Emmett, siempre has tenido un corazón enorme, no permitas guardarles rencor, son tu familia, Esme te dio la vida, te protegió durante nueve meses dentro de ella. Y Edward es tu hermano, tu misma sangre corre por sus venas. Por favor te pido que los escuches Emmett, abre tu corazón y perdónalos.

Emmett miró a su padre y se quedó pensando en lo que dijo. Carlisle lo abrazó, brindándole su apoyo, como siempre lo había hecho.

- Recuerda esos momentos que viviste con tu hermano Emmett, los momentos en el que él te salvó, las travesuras que los dos hicieron juntos. Intenta recuperar esos momentos, saca todo ese enojo que tienes, grítale a Edward en la cara lo dolido que estás, pero no te quedes con eso dentro. Estoy seguro de que Edward te escuchará.

- Gracias papá – murmuró Emmett con un nudo en la garganta.

Bella se despertó en la cama del príncipe y abrió los ojos como platos de la sorpresa. Lo había hecho de nuevo, y esta vez Edward había estado plenamente conciente de lo que sucedía.

Un rubor intenso comenzó a invadir sus mejillas, Edward creía ahora que ella lo había seducido, lo había "obligado" a acostarse con ella. Esta vez sí se metió en un gran, gran problema. Edward podría acusarla por lo que había hecho y la correrían del palacio y ella no tendría a donde ir, pero no era eso lo que le preocupaba, lo que le preocupaba era dejar a Edward expuesto a cualquier cosa que su hermano planeara en contra suya.

Se vistió e hizo la cama. Al hacerlo vio la botella de vino tirada en el suelo, Bella la tomó y tiró el contenido en el drenaje de la cocina. Luego subió a la habitación de Jasper, el príncipe seguía dormido aún con la ropa de ayer y una sonrisa iluminaba su rostro.

Entró a la habitación de Emmett y ahí vio a Rosalie profundamente dormida, con una sábana cubriendo su espectacular cuerpo. Dormía plácidamente con una mano colocada sobre su vientre y la otra estaba apoyada en la almohada.

Bella sintió envidia, Rosalie era hermosa, completamente preciosa y era esa belleza la que había enamorado a Edward. Y Bella jamás tendría la hermosura que Rosalie poseía. Ella jamás podría ser amada por Edward, porque no era hermosa y porque era una sirvienta.

Emmett seguía sentado en la banca cuando su madre apareció, le sonrió tímidamente y fue a sentarse a su lado. Emmett no estaba listo para enfrentar esta situación, no podía…aún.

- Buenos días madre – saludó él fríamente mientras besaba la mano de su madre.

- Buenos días, hijo – saludó la reina en respuesta. – Emmett yo…

- No te preocupes madre, ya hablé con Tanya y accedí a firmar el compromiso, pronto me iré a España con ella, ¿era eso lo que querías no?

- No, no era eso de lo que yo quería hablarte, yo quería decirte que te amo, que eres mi hijo y que…me siento muy orgullosa de ti – Esme le dijo al borde de las lágrimas – y me duele no haber podido…gozar el verte crecer, el verte madurar y convertirte en un hombre.

- Seguro gozaste demasiado con Edward – repuso afiladamente Emmett – seguro el ver como tu heredero crecía fue lo mejor que te pudo pasar.

- Y lo peor que me pudo pasar es haberme cegado por ello – Esme pasó por alto el tono tan afilado de Emmett, se lo merecía – tú eres mi hijo al igual que Edward, los dos fueron un milagro en mi vida, los tres. Sí, sé que cometí el peor error de mi vida al sólo preocuparme por Edward, pero quiero que sepas que hoy estoy arrepentida y que te amo, te amo como amo a Edward, te amo con toda mi vida y mi alma, porque no hubo dicha más grande que el sentirlos a los tres dentro de mí.

La veracidad de las palabras de su madre, estaban deshaciendo poco a poco las murallas que Emmett había puesto alrededor de su corazón durante tantos años.

- Tú eres uno de los milagros más grandes que he experimentado – Esme sonrió con lágrimas en sus ojos – y quiero que sepas que jamás me arrepentiré de haberte dado la vida.

Si lo demás no había logrado causar ningún impacto en Emmett, lo que su madre le dijo en ese momento sí lo hizo. Como su padre le había dicho, tenía un corazón muy grande. No pudo evitar las lágrimas y abrazó a su madre.

Esme acarició a su hijo suavemente mientras éste sollozaba audiblemente. Debió de pasar muchísimo tiempo antes de que ambos pudieran recuperarse de la emoción. Cuando Emmett se calmó su madre le secó las lágrimas y lo besó en la frente.

- Te amo hijo, no importa si no eres el heredero, eres mi hijo y eso es más que suficiente. – Esme le aseguró – en cuanto al compromiso con Tanya, no tienes que firmarlo sino quieres.

- Gracias mamá – Emmett le sonrió a su madre y la abrazó.

Mientras Emmett se alejaba de ahí pensaba en lo que su madre la había dicho, ella había demostrado que lo amaba y por lo que su padre le había dicho, ahora creía que en verdad su hermano estaba arrepentido de haberlo abandonado.

El terror creció en Emmett, mientras se aproximaba a la habitación de su hermano, no importaba si no podía ser rey, ya vería la forma en que él y Rosalie pudieran estar juntos sin afectar a su hermano. Ahora lo que necesitaba era comprobar que su hermano siguiera vivo, sino jamás encontraría paz en este mundo.

- Emmett, ven un momento conmigo al estudio – Carlisle llamó a su hijo

"No por favor, ahora no, tengo que ver a Edward" pensaba Emmett desesperado.

Emmett se dio la vuelta y siguió a su padre al estudio, Carlisle lo invitó a pasar primero y una vez que Emmett estuvo dentro, Carlisle cerró la puerta. Emmett gruñó enojado, no tenía tiempo para los juegos de su padre, tenía que encontrar a Edward.

Se dio la vuelta y su corazón dio un brinco.

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¡HOla a todos! Aqui les dejo otro  emocionante capítulo ¿no lo creen? ¿les gustó la manera en que Bella evitó que Edward bebiera el veneno? ¿Qué tal Esme?

XOXO

2 comentarios:

=) dijo...

Haaa! Cuando sale el otro capituoo?
Esta genial la historia!
Gracias!

krus dijo...

es tuvo muy hermoso me hizo llora de profundo k fue, espero k actualices pronto el otro capitulo

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