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DaneFals97♥
Me llamo Daneska Fals, vivo en venezuela, valencia, tengo 13 años, signo leo, cumplo en 8 de el 8 (agosto) soy muy loca y rara segun mis amigos (ojo no soy anti-social sino lo contrario) pues yo prefiero leer a ver tv, dormir en ves de salir y cosas así que no van dentro de lo comun! XD.. adoro pasar tiempo con mis amigos y familiares. estar en la compu, leer y escribir, me fascina sobremanera cuando me llega una rafaga de inspiracion (mucha de ella basada en Edward o Jake XD..) gracias por visitarme y estar un rato en mi loka compañia! =)
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miércoles, 23 de junio de 2010

Los reyes Cullen


Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a Stephie Meyer y la historia es de Dayan Hale.


Capítulo 2.




La fiesta continuaba, los príncipes y los reyes continuaban en sus lugares sin moverse. Tras unas cuantas horas después los reyes se levantaron, se excusaron y se fueron a sus aposentos. Todos los presentes dejaron de bailar, los príncipes se levantaron de sus lugares y todos hicieron la reverencia correspondiente hacia sus reyes.



La reina Esme se acercó a sus tres hijos y los besó en ambas mejillas.



- Quédense unos momentos más y luego retírense a sus habitaciones – les pidió a los tres, ellos asintieron



Una vez que los reyes se hubieron retirado, la música comenzó de nuevo y la gente comenzó a bailar de nuevo, los príncipes siguieron en sus asientos. La pequeña Alice miró a su prometido con admiración y adoración, sin embargo él jamás respondía a sus miradas.



- ¿En Austria también celebran fiestas así? – preguntó la pequeña princesa



-Sí – respondió el príncipe fríamente.



Si algo resultaba frustrante para Jasper era que su prometida fuera una pequeña tonta e inocente, no podía haber nada peor. Por otro lado, a la pequeña princesa le dolía cada indiferencia de su príncipe. Las lágrimas amenazaban con salir de sus ojos, pero su madre la reina le había dicho que una princesa jamás llora en público.



-Alice retírate ya a dormir – su hermano mayor le ordenó cortantemente.



Alice asintió y se levantó. Podía ser que Edward fuera frío y egoísta, pero no cuando se trataba de su pequeña hermana menor. Sólo por ella sentía un poco de afecto y ciertamente la conocía lo suficiente como para saber que su hermana estaba a punto de llorar, aunque desconocía sus motivos.



Alice caminó por los pasillos hasta llegar a sus aposentos, una vez dentro, llamó a sus dos sirvientas y ambas la ayudaron a desvestirse, despeinarse y desmaquillarse. Una vez en su enorme cama y completamente sola, se echó a llorar. La pobre princesa deseaba un poco de atención por parte de su prometido y no sólo indiferencia.



Poco después de que Alice se fuera, Rosalie se excusó también y salió del salón de fiestas. Ella también ordenó a sus sirvientas que le quitaran el vestido y le deshicieran el peinado. Se metió a la cama con su delgado camisón de seda que dejaba al descubierto su hermoso cuerpo, cuando sus sirvientas se fueron, se quedó esperando a que él llegara a visitarla.



En el salón de fiesta los príncipes seguían mirando el baile de los cortesanos con aburrimiento. Jasper fue el siguiente en salir de ahí. Caminó por los pasillos hasta llegar a la habitación. Entró y cerró la puerta con seguro.



- Te esperaba – dijo la joven con una sonrisa coqueta e incitadora



El príncipe se comenzó a desvestir.



- Yo ya me retiro – Emmett se levantó de su silla y caminó con fluidez hasta la salida de la sala



Edward se quedó unos momentos más y después se fue también.



Bella estaba dormida cuando oyó la puerta abrirse y se despertó sobresaltada. Había una puerta que no había visto y por ella entró una chica de aspecto tímido, como los demás, ella traía un vestido igual al que Bella tenía colgado en su pared.



- Hola, lamento haberte despertado, pero quería conocerte – dijo la chica entrando de lleno a la pequeña habitación



- No, no te preocupes, soy Bella – se presentó la chica de ojos cafés.



- Hola, soy Angela y soy la sirvienta del príncipe Emmett – se introdujo la otra chica.



- Es un gusto conocerte – dijo Bella



Las dos chicas se quedaron platicando un buen rato. A Bella le agradó mucho Angela, era una chica tímida al igual que ella y no se metía en los asuntos de los demás. Platicaron acerca de la vida en el palacio. Angela era hija de la señora Weber y se había metido al palacio porque su madre no podía con los gastos y los otros seis hermanos de Angela.



Después de unas horas, cuando Angela se disponía a irse, entró por la puerta otra chica, su vestido estaba todo desarreglado y sus mejillas estaban completamente sonrojadas.



- ¡Qué hombre! – dijo la chica cerrando la puerta



- Bella ella es Jessica y es la encargada de las habitaciones del príncipe Jasper – las presentó Angela – Jessica ella es Bella, la nueva encargada de las habitaciones de Edward.



- Hola chica nueva – saludó Jessica sentándose en la cama y apartándose el cabello de los ojos - ¡uf! Hace calor ¿no creen?



Angela rió y Bella la miró con detenimiento, Jessica era ciertamente una chica con un cuerpo deslumbrante y no era fea. Bella se preguntaba si era posible que ella…



- Jessica suele ser muy…lanzada – explicó Angela – y ahora pasa casi todas las noches con el príncipe Jasper



- ¿no es él el prometido de la princesa Alice? – quiso saber Bella



- ¿y qué? Al príncipe le gusta divertirse y pues… - Jessica dejó la frase inconclusa



- Jessica le calienta la cama



- Oye, son las ventajas de estar donde estamos – argumentó Jessica. – además ¿quién crees que embarazó a la chica que estaba antes de ti?



- Exactamente como Bella pensaba, el príncipe Edward.



Las tres chicas se quedaron platicando y Bella se quedó pensando en lo que había dicho Jessica. Definitivamente tenía que aprender lo que sucedía en la realeza, no porque se quisiera acostar con ninguno de los príncipes, pero era bueno saber lo que ocurría.



Cuando las chicas por fin se fueron, le dijeron que sus habitaciones estaban conectadas, la de Bella con la de Angela y la de Angela con la de Jessica, por lo que podían visitarse de vez en cuando, cuando quisieran compañía, pues estaba prohibido que ellas salieran de ahí. Sólo lo podían hacer cuando fueran a hacer el aseo, pero era obvio que Jessica rompía esa regla.



Antes de quedarse dormida Bella agradeció no formar parte de la realeza, no le gustaría verse metida en los chismorreos del castillo.



A la mañana siguiente Bella se levantó muy temprano, se lavó la cara y se enjuagó todo su cuerpo con un trapo húmedo y luego se puso su nuevo uniforme, no le gustaba mucho pues le quedaba muy ajustado, la chica antes que ella debía ser muy chica.



Se asomó un poco por la puerta que comunicaba con los aposentos de Edward, el príncipe ya no estaba ahí. Bella entró rápidamente y se puso a arreglar la cama, recogió la ropa del príncipe y la llevó al centro de lavado.



Mientras le quitaba las pelusas a los tapetes, Angela llegó con ella y entre las dos terminaron de limpiar la habitación del príncipe. Cuando terminaron se reunieron con Jessica y las tres bajaron a desayunar.



Rosalie despertó esa mañana completamente exhausta, se tapó su cuerpo desnudo con la sábana y se puso a buscar su camisón. Ella no sabía a donde había ido a parar cuanto su visitante entró, se lo quitó y lo arrojó a otro lado mientras la besaba.



Cuando lo encontró llamó a sus dos sirvientas y ellas la ayudaron a vestirse con otro vestido rosa que realzaba su belleza.



- Buenos días su alteza – una sirvienta entró haciendo una reverencia



- ¿Qué pasa? – preguntó Rosalie con desprecio



- Lamento molestarla su alteza pero el príncipe Edward me pidió que le trajera esto – la sirvienta le dio a Rosalie una caja



La chica la tomó entre sus manos. Era una caja de madera con una joya incrustada. Rosalie la acarició por unos momentos y la abrió. Dentro había una rosa roja, una nota y un collar de perlas.



Para la princesa más hermosa de este mundo



Ni mil millones de joyas podrían igualar tu belleza



Edward



Rosalie sonrió complacida al ver las joyas. La puerta de su habitación se abrió y la figura de un hombre se recargó en el marco de la puerta.



- Retírense – les ordenó a las tres sirvientas y ellas, con una inclinación, obedecieron.



- ¿Dormiste bien? – preguntó Edward besando el cuello de su prometida



- Excelente ¿y tú?



- Dormiré mejor contigo a mi lado – respondió el príncipe dejando de besar el cuello de Rosalie y tomando el collar – espero que te haya gustado



- Es precioso, gracias – respondió Rosalie mientras Edward le ponía el collar.



- Me alegro – replicó Edward.



Rosalie se miró en el espejo, las joyas eran divinas y combinaban perfecto con su vestido. A través del espejo miró a Edward y le sonrió. Él la volteó hacia sí y la besó apasionadamente. La princesa respondió rodeando el cuello de él con ambos brazos. Edward la acostó en la cama y fue dejando un reguero de besos por el cuello, los hombros y las clavículas de su prometida.



Esa era la debilidad de Edward, su devoto amor por su prometida. Desde el momento en el que la vio por primera vez, Edward se prendó de ella, por su hermosura y su cuerpo de Diosa. Y claro, Rosalie sabía que Edward estaba a sus pies. Por ello le seguía la corriente en los encuentros que tenían, todo por ganarse aún más a su príncipe y tener la corona asegurada.



- Edward…basta… - Rosalie jadeó y apartó a Edward de sí.



- Como desees Rosalie, ya tendremos todo el tiempo del mundo cuando estemos casados – Edward se levantó y besó a su prometida en los labios nuevamente antes de irse.



"Eso es lo que tú crees" pensó Rosalie.



Jasper se despertó un poco tarde, las cortinas de su cama aún seguían cerradas. Se levantó de la cama y salió, desnudo como estaba, a su habitación. Abrió las puertas de su armario y se puso unos pantalones de cuero negro, unas botas y una camisa blanca que dejaba al descubierto su torso musculoso.



Tomó su arco y su carcaj lleno de flechas y fue al campo de práctica. Ahí se encontró con Emmett, que practicaba con los sacos marcados con círculos blancos y negros.



- Buenos días Emmett – saludó Jasper.



- Jasper – respondió el príncipe tensando su arco y poniendo otra flecha - ¿qué tal la fiesta eh?



- Pues, si me permites decirlo bastante aburrida – respondió Jasper probando su arco.



- Sí, estoy de acuerdo – Emmett lanzó la flecha y dio justo en el centro



Emmett y Jasper se quedaron practicando toda la mañana, fueron a desayunar y después practicaron con las espadas, sólo que esta vez Carlisle y Edward se les unieron.



Alice se levantó esa mañana sin ánimos, ya no sabía que hacer con lo de Jasper y decidió ir con su madre. Al llegar a sus habitaciones vio que su mamá estaba bordando junto con algunas cortesanas.



- Alice, querida ven y siéntate con nosotras – pidió su madre con la voz dulce que tenía.



- Mamá quería hablar contigo de algo muy importante – Alice le dijo a su mamá mientras se sentaba a su lado.



- Claro que sí querida, cuéntanos



- En realidad preferiría hablar contigo a solas – se explicó Alice un tanto sonrojada al ver a todas las mujeres ahí congregadas.



- Lo lamento querida en este momento no puedo – la reina dijo y Alice muy triste, se fue de ahí.



Mientras caminaba por los desiertos pasillos sus ojos se llenaron de lágrimas, últimamente estaba muy propensa a llorar y la soledad que sentía en ese enorme castillo la estaba cansando. Su padre no tenía tiempo para ella, su madre no se preocupaba por ella, sus hermanos casi nunca la veían, Jasper la ignoraba y Rosalie la miraba con desprecio.



No tenía ninguna amiga, todas las cortesanas sólo se iban con ella para poder estar en el castillo y poder toparse de vez en cuando con sus hermanos. Antes de llegar a su habitación vio a una de las chicas de limpieza salir de la habitación de su hermano. Debía de ser la nueva pensó Alice y luego vio a la chica estamparse contra una armadura. Alice no pudo evitar una suave risita.



- ¿Esa armadura se te puso en el camino? – le preguntó Alice a la chica, ésta muy avergonzada hizo una reverencia



- Su alteza yo… - intentó excusarse la chica



- No te preocupes, no le diré a nadie que te vi caminando por ahí tirando armaduras – la princesa rió.



- Se lo agradezco mucho su alteza, de verdad no volverá a ocurrir – la chica prometió.



- ¿cuál es tu nombre?



- Isabella, su alteza – respondió la chica.



Alice la miró era una chica muy bonita, demasiado bonita para ser de la servidumbre. Sus mejillas se habían teñido de rojo y a Alice la cayó muy bien. La chica se veía muy tímida e introvertida.



Bella estaba roja hasta la médula, no podía ser más tonta, tenía que equivocarse de puerta en el peor momento. Miró a la princesa, era una niña apenas y sus ojos estaban humedecidos por las lágrimas. Bella se preguntaba que podría hacer llorar a una princesa que lo tenía todo.



Pero ella no sabría eso, y en realidad no le importaba. Se disponía a regresar a su habitación cuando la princesa la llamó nuevamente.



- Isabella ¿podrías acompañarme a mis habitaciones? Mis sirvientas no están y necesito que alguien me ayude a arreglar mi cabello – Alice le pidió a la chica.



- Cla…claro que sí su alteza, lo que usted desee – respondió Bella.



Alice caminó hasta su habitación seguida por Bella. Al entrar a su habitación, Alice fue directo a sentarse a la silla frente al espejo. Bella se puso tras ella y comenzó a cepillar el cabello de la princesa.



- Isabella…es un nombre largo ¿cómo te dicen generalmente?



- Bella, su alteza – respondió la chica temerosa.



- Bella, me gusta como se te hace tu cabello, no es rizado y tampoco es lacio ¿podrías arreglármelo de la misma manera que tú?



- Sí así lo desea su alteza – respondió la chica.



Alice observaba a la chica con detenimiento, era callada, y hacía muy bien su trabajo.



- ¿cuánto tiempo llevas trabajando en el castillo? – preguntó Alice.



- Ocho años su alteza – respondió Bella y Alice la miró incrédula, la chica no pasaba los veinte años



- ¿cuántos años tienes Bella? – preguntó Alice.



- Dieciocho su alteza



- ¿trabajas desde los diez años?



- Sí, su alteza.



La chica era respetuosa, eso se lo reconocía pero era molesto que cada frase terminara en "su alteza". Cuando Bella acabó de peinarla Alice se miró satisfecha al espejo, se veía bonito su cabello.



- Te lo agradezco mucho Bella



- Es un placer para mí servirla, su alteza – respondió la chica con una reverencia.



Cuando Bella se fue por el corredor oculto que usaban los sirvientes, Alice tuvo una idea y fue con la señora Weber.

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ESPERO QUE LES HAYA GUSTADO.. MILES DE BESOS Y ABRAZOS DE OSO TIPO EMMETT!! ♥

2 comentarios:

Ariusk dijo...

Si ,e emcanto q diferente se ven los personajes sus actitudes no son para nada a lo que estamos acostumbradas y eso es lo ingenioso me encantao ya quiero ver q se le ocurrio a Alice pero bueno ya sera para el proximo capi estare x aqui pasandome besos y sludos!!

Pame dijo...

¡Hola! Exelente como siempre el capitulo. Sorry por no pasarme antes. Besos, chicas.

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